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martes, 11 de septiembre de 2012

Una gota de lluvia en el cristal.

¿Te acuerdas de aquel día? Yo, como si fuera ayer. Una tarde oscura, y después de todo una de mis tardes preferidas, hasta el día siguiente. Neruda me acompañaba y leía sus versos una y otra vez, y en cada palabra se me venía tu imagen a la cabeza, me sentía tan identificada... Entonces llegó aquel mensaje. Mi corazón se aceleró como cada vez que veía tu nombre, sonreía como una tonta, no dejaba de repetir aquellas palabras una y otra vez como queriendo memorizarlas.

Salí de allí, estaba lloviendo. Tuvimos que andar mucho y me metí en el coche empapada. Cuando llegué a casa y me dispuse a dormir lo único en lo que pensaba era en tus palabras, 
y con una sonrisa en los labios me dormí, 
sin saber que aquella habría sido la última noche de aquel capítulo de mi vida.

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